Reseña: La Luz de Saint Etiel, de Muriel V. Baldrich, Letrame, 2019


Estamos de enhorabuena porque se ha publicado La luz de Saint Eltiel, de Muriel V. Baldrich, un apasionante relato de intriga y misterio que viene a hacerse un hueco, y -a riesgo de parecer videntes-, asegurarse en el espacio literario actual, muy rendido a diluirse en el enmarañado océano de títulos que asoman cada día.
La luz de Saint Etiel proyecta luz. ¡Qué analogía tan cómoda!, dirán algunos, pero que exacta. Créanme. No exagero. Desde las primeras líneas, el lector registra algo distinto, algo mágico que lo envuelve en una atmósfera reconocible, aunque ajena, posible; si bien ficticia, razonable. El relato, pues, en sus inicios, no engaña, muestra la baraja con la que el lector jugará hasta el final de la historia: estilo sencillo, dinámico, de rápida lectura, que pellizca al lector desde el primer capítulo, y que evidencia una potestad férrea sobre la palabra y la narración de su autora, aspectos, por otra parte, excepcionales en la pluma de una escritora novel como es el caso.
Muriel V. Baldrich, psicóloga de profesión, aterriza en el panorama literario sin más alas que las de su imaginación y habilidades narrativas, maridadas magistralmente, convirtiendo el relato en un texto apacible, sugestivo y entretenido, pero también fructuoso, que nos evoca ineludiblemente a la máxima clásica atribuía a Horacio: Aut delectare, aut prodesse est” (enseñar deleitando). Porque si la narración cautiva por su dosis de intriga, sus diálogos frescos y personajes cabalmente proyectados, convence por sus chispazos de conocimiento (menciones a escritores, filósofos, pintores, músicos, etc.) que nutren sabiamente la novela.
La historia, contada en primera persona, nos remite a un presente muy actual, el de su protagonista, Danae, estudiante de Filosofía, que tras la visita de un antiguo amigo de su padre fallecido, se ve obligada a trasladarse al tranquilo pueblo la Saint Etiel para continuar sus estudios en su prestigiosa Universidad La Luz. En este lugar, tan acreditado como enigmático, la protagonista vivirá una serie de sucesos que la enfrentarán con su pasado familiar, no parco en episodios oscuros y desconocidos para ella, que pondrán en jaque su integridad física y la de sus leales amigos. En este accidentado periplo de la heroína se producirá una curiosa simbiosis entre protagonista y construcción histórica, porque si esta última se erige como el haz iluminador del intelecto, solo la luz interior de Danae permite que los secretos se conozcan.
La trama bien hilvanada adolece de los extravíos e irrupciones que provocan los trillados flaixback, que ralentizan la marcha de la acción y -poniéndonos en lo peor- la desconexión del lector. Pero hay más, los diálogos y las descripciones brillan por su expresividad y naturalidad, sacados de la vida misma, yo añadiría: vividos de la vida misma. Mientras que los personajes secundarios, si no tan importantes como su protagonista, están finamente diseñados, resultan muy creíbles en sus matices psicológicos, que traicionan a todas luces la profesión de su autora (psicóloga), y ponen el broche de oro al lienzo de la realidad ficticia.
En resumidas cuentas, estamos ante una novela original por su frescura y espontaneidad y engañosa sencillez, capaz de hacer las delicias de cualquier lector, muy especialmente el juvenil que, tan abandonado a las redes sociales, puede encontrar en sus páginas un placer similar al virtual. Démosles la oportunidad de que la Luz les ilumine, y ya me dirán.

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